sábado, 18 de agosto de 2007

ENSAYO "LAS CARACTERISTICAS DEL DOCENTE"

Dentro de la mente, se encuentran las facultades de la memoria, la imaginación, el razonamiento, etc. Estas facultades están siempre presentes en el hombre, pero pueden desarrollarse mediante su ejercicio. Esto determinó que la enseñanza, durante el siglo XIX y parte del XX, tuviera por finalidad el ejercicio de esas facultades.
Pero el hombre tiene también una dimensión social y culturalmente, y para que esto suceda, la naturaleza ha puesto en el hombre un impulso que radica en una necesidad poderosa: la necesidad del otro, también se hace notar que el hombre es un ser que se desarrolla aunque cada hombre tiene rasgos propios y distintos a los demás, tiene también características propias de la especie, influidas por la cultura en la que vive y la época histórica que transita, lo que posibilita caracterizarlo según diversas etapas del desarrollo, posee también capacidad para aprender.
A través de la educación se pretende lograr que la persona evolucione, se desarrolle, el desarrollo supone la interacción de lo hereditario (lo genético) con lo adquirido ( la estimulación que se recibe del medio ambiente).
El concepto de desarrollo, surge de la confluencia de la madurez y el aprendizaje, de lo heredado y lo proporcionado por el ambiente, concepto a partir del cual se deduce la enorme importancia de la educación formal en el desarrollo del ser humano.
Para un docente es altamente importante tener bien claro la relación directa entre aprendizajes/educación/y desarrollo, para evitar la creencia de que lo innato es lo más importante y caer en la no insistencia en la cultura del esfuerzo para que un alumno supere sus barreras congénitas, por ejemplo premiando la superación en clase.
También es importante tener bien clara dicha relación directa para que los docentes y directivos reflexionemos sobre los contenidos a enseñar (dado el alto impacto de los aprendizajes en el desarrollo de la persona), de forma de dotar a la escuela de contenidos verdaderamente relevantes para el alumno, y no de aquellos que son poco necesarios y que sólo logran aburrirlos.
La escuela deba tener más claro que hoy el alumno posmoderno capta muchísima información de los medios de comunicación y de la calle (es decir fuera de la escuela) que debería ser analizada en espacios curriculares concretos dentro de la escuela, de modo de ser filtrada/moderada por profesores a los fines de guiar a los alumnos en dicho proceso de análisis e internalización, tarea que primordialmente deberían realizar los padres que muchas veces, por falta de tiempo, no pueden.
Cuando se llama a un adolescente alumno, prevalece el lugar que este ocupa en la institución por sobre lo que el mismo es. Esto lleva a que la didáctica y el currículum sean para todos los adolescentes de la misma edad. Distinto sería el caso si pudiéramos lograr una enseñanza individualizada, que defina al adolescente por lo que es y no por el lugar que ocupa.
Los sujetos se constituyen en las experiencias, entre ellas la escolar, cuando aludimos al sujeto como red de experiencias nos referimos a esta compleja unión entre modos de ver el mundo y modos de actuar sobre él. Según Dewey “la experiencia no es sólo empírica, hay elementos conceptuales que la organizan, es decir hay una conexión fundamental entre el hacer y el pensar”.
Desde hace dos siglos las identidades han sido ricas y variadas, pero estuvieron marcadas por la fuerza de la cultura escolar ya que la educación iba a redimir o salvar a la población de la ignorancia; se les pedía a los sujetos sociales, obreros, amas de casa, etc. Que dejaran en la puerta su cultura y concurrieran allí justamente a construir su identidad. A través de la escuela el sujeto pedagógico suprimía o dominaba al sujeto social.
Hoy esto ha cambiado, se ha roto. Los cambios profundos en las identidades de los adolescentes dejan impotentes a las escuelas, que tienen dificultad para encontrar la sintonía con los chicos, la escuela ya no promete futuros mejores, hoy se observa que los docentes trabajan con adolescentes (Enseñanza media, universidades etc.)y desconocen y desvalorizan la sociabilidad y cultura juvenil.
El desafío es ver si la escuela puede proveer y proveerse de experiencias que la habiliten para lograr una mayor armonía entre sujeto escolar y sujeto social.
El desafío actual es ir mejorando cada día más la formación de los educadores, para esto es necesario transformar de manera cualitativa el currículo y el proceso de formación y esto se traducirá en un nuevo modelo que cumpla con las necesidades que nuestra sociedad requiere de acuerdo a la realidad educativa, ya sea a través de la formación ética y valorica y una nueva actitud frente al saber y a su vez con nuevas tecnologías y el trabajo en equipo.
En ese contexto, se reconoce que la vida en el aula de clases se expresa mediante los comportamientos que, consciente o inconscientemente, exhiben los protagonistas del hecho educativo (docente y alumnos), revalorizándose como sujetos y, a la vez, objetos del hecho escolar. Por ello, en lugar de ser testigo de los procesos que afectan al individuo se hace necesario el estudio de la cotidianidad en el aula a fin de permitir la identificación de los significados vinculados con el valor que sus actores le asignan tanto a los fenómenos que allí ocurren como a los que se suceden en el entorno exterior.
En este planteamiento subyace la idea de acuerdo con la cual el aula de clases puede ser concebido como un espacio micro social que sintetiza la vida de los integrantes de una comunidad humana mayor dibujada constantemente por los múltiples acontecerse que marcan las rutinas de quienes comparten tal ámbito comunal. Dichas rutinas se asocian con la cultura que se instala en cada comunidad y que luego es reproducida, con sus variantes específicas, en las generaciones por venir .
Es así como el sistema de enseñanza, mediante la cultura escolar imperante, ayuda a transformar las diferencias y desigualdades extraescolares en desigualdades reales de aprendizaje, llama la atención la información en la cual se indica que los esfuerzos que se han realizado para elevar las competencias en jóvenes y adultos son marginales en los pocos países desarrollados donde han sido ejecutados esos programas.
Barbier, Jean- Marie
1993. La evaluación en los procesos de formación. Centro de publicaciones del Ministerio de Educación y Ciencia y Ediciones Paidos Ibérica S.A.
Barcelona, España


Sandoval Flores Etelvina
2001. Condiciones de trabajo y reformas educativas
Revista Iberoamericana

Como conclusión del tema podemos decir que los educadores de hoy deben contribuir a formar a los jóvenes para que vivan y convivan en el mundo del mañana, la educación tiene así una inmensa responsabilidad en la construcción de un futuro más justo, promisorio y satisfactorio para todos. Para ello debe abandonar los esquemas tradicionales que enfatizan demasiado la simple transmisión de información y la asimilación pasiva, para centrarse en la formación del alumno.
Debemos formar personas efectivamente preparadas para enfrentar los cambios y reaccionar frente a lo inesperado. Personas con capacidad de pensar, sentir y realizar. Personas igualmente orientadas hacia si mismas, hacia los demás y hacia su entorno. Personas con sensibilidad para valorar el pasado, vivir el presente y proyectar el futuro.
CREADO POR: JACQUELINE ROJAS CASTRO.

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